Píramo y Tisbe (Pýramos kaì Thísbê) son dos amantes legendarios de la mitología griega y romana.
Su historia, de inspiración oriental, se encuentra entre el mito y la literatura. En realidad, este relato sentimental es mencionado por primera vez por Higinio (Fabulae 242), quien sólo habla de su suicidio. Es Ovidio en Las metamorfosis 4) quien narra su leyenda.
Leyenda
Píramo y Tisbe eran dos jóvenes babilonios durante el reinado de Semíramis. Habitaban en viviendas vecinas y se amaban a pesar de la prohibición de sus padres. Se comunicaban con miradas y signos hasta descubrir una grieta en el muro que separaba las casas. Así pudieron hablarse y concertar una cita. Una noche quedaron en reunirse junto a una morera que hay junto a una fuente. Tisbe llegó primero, pero una leona que regresó de una cacería a beber de la fuente la atemorizó y huyó, cayéndosele el velo. La leona jugueteó con el velo, manchándolo de sangre. Al llegar, Píramo descubrió las huellas y el velo manchado de sangre, y creyó que un animal mató a Tisbe, por lo que se suicidó clavándose una espada. De su sangre viene el color púrpura de las moras según Ovidio. De hecho, dentro de la tradición latina, el término Pyramea arbor («árbol de Píramo») se usaba para designar a la morera. Tisbe, con miedo, salió cautelosamente de su escondite. Cuando llegó al lugar vio que las moras habían cambiado de color y dudó de si era o no el sitio convenido. Vio a su novio agonizante, lo abrazó y, a su vez, se suicidó.
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