Posteado por: tonetbort | junio 16, 2009

Vae Victis

¡¡¡Vae victis!!! todos los romanos recordamos la frase de Breno en ese día señalado como nefas en nuestra história pero hoy va a ser diferente, ellos no lo saben pero Júpiter Óptimo Máximo me lo ha dicho y con semejante aliado a nuestro lado no puede haber otro camino que el de la victória.
Llueve  inténsamente, cada gota de esta copiosa lluvia es como una flecha que al golpear en cada uno de nuestros cascos, en cada una de nuestras espadas, emite un sonido parecido a un gemido, que recuerda a miles de plañideras llorando por los muertos que pronto llenarán el campo de batalla. Es como si el cielo previera que se avecina una gran batalla, como si a él también le hubiese hablado Júpiter. Después de hacer caer Masilia y haber cruzado  el Rhodanus, salieron a nuestro paso los galos, pretendiendo emboscarnos cuando nos dirigíamos a Narbo Martius para sitiarla. Pero nuestros exploradores nos avisaron con suficiente antelación como para cambiar el orden de marcha por un perfecto orden de batalla: dos buenas legiones de astatii y princeps bien equipados y bastante experimentados , acompañados por trescientas unidades de caballería y guiados por un general que está llamado a escribir la história de Roma y la suya própia con letras de oro. Por todos los dioses juro que es la reencarnación de Marte y el favorito de la diosa Fortuna, un general nato , de lealtad provada y romano de verdad que se ha convertido en un héroe local, su nombre es Cayo Maxentio, al que se le presenta su primer reto serio: hacer frente a  un gran ejército galo compuesto por 15000 infantes flanqueados por 350 unidades de caballería y dirigidos por un loco irresponsable que se cree hijo de Breno, ese méntula  confiaba ciegamente en su superioridad numérica pero no contaba con el favor de sus dioses. La tensión y los nervios previos al combate estaban presentes en cada uno de nuestros músculos igual que una balista justo antes de disparar y entonces… nuestro general disparó, su táctica era simple: viendo que en caballería  había cierta igualdad y previendo que los galos dividirían su caballería en dos flancos, cargó toda su caballeria sobre el  flanco derecho galo,  consiguiendo una superioridad donde no la tenía y que sería determinante para la batalla. Para suplir la falta de cobertura en el flanco izquierdo colocó a sus mejores tropas con una unidad de princeps de reserva para reforzarlo ante un posible flanqueo.  Nuestro general se quedó con nosotros, arriesgando su vida y preguntándonos si íbamos a dejar que esos sucios y asquerosos galos tocasen un solo cabello suyo , un general que ostentaba un cargo elegido por el pueblo y aprovado por los dioses, si íbamos a ofender a Fortuna y a Marte de esa manera convirtiéndonos en la mayor verguenza desde las horcas caudinas y esto último fue la gota que colmó el vaso, nada deseabamos más que demostrarle lo equivocado de la pregunta, había ofendido nuestro orgullo. Lo que vino a continuación fue el comportamiento más ejemplar de un ejército romano desde la fundación de nuestra amada república, ver a nuestro ejército funcionar como una máquina perfecta sin fisuras , partiendo tibias, degollando, clavando, aplastando,separando miembros del cuerpo , minando su moral,  mirándoles igual que mira un lobo a su presa.  Mientras la sangre gala se mezclaba con la lluvia, nuestra caballería después de un inició igualado puso en fuga a la caballería gala. En vez de seguirla puso su mira en la retaguardia del flanco izquierdo galo y obligó a la del flanco derecho a de desistir de su ataque a nuestro flanco izquierdo. Nuestro general los persiguió para crear un movimiento de pinza en el que quedarían atrapados entre él y nuestra caballería. Desbaratada toda la caballería y viéndose privados de su cobertura se produjo una reacción en cadena de pánico colectivo y pasaron de luchar para ganar a luchar para sobrevivir y de luchar para sobrevivir pasaron a correr para sobrevivir, correr tan rápido como les permitían sus piernas y ahí acabó la batalla y comenzó la matanza. Todo salió como Maxentio dispuso, nada ni nadie se salió del guión. Dicen que después de grandes batallas caen intensas lluvias pero esta vez fue al revés, habiendo caido el último galo cayó la última gota como si esta lluvia , de alguna forma,  estuviese ligada al destino de esta batalla para siempre y diciéndonos de alguna manera que este ejército romano está destinado a conquistar la Galia, así lo quieren los dioses.


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